El Dominio Propio es la capacidad de tener control sobre uno mismo. Es no dejar que las situaciones externas perjudiquen la fe y los principio que se tienen. Implica el control de las emociones y de los sentimientos y saber decir "No" cuando sea necesario sin importar que la carne quiera decir "Sí".
En Efesios 4:26-27 Pablo dice: "Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo."
Tener dominio propia implica tener la capacidad de callar en el momento adecuado, de no dejar libre la lengua para que diga cosas que pueden herir a los otros y uno mismo, de no estar dispuesto a pelear sino a apaciguar las aguas turbulentas.
Cuando hay una falta de control hay una puerta abierta al diablo. Una persona que es nacida del Espíritu Santo tiene la capacidad de cerrar toda puerta a toda clase de contiendas, disenciones, iras, envidias, temores, o cualqueir otra cosa que no sea agradable a los ojos de Dios.
Una persona que tiene templanza tiene la capacidad de creer en las promesas de Dios y dejar de lado toda emoción que busque interponerse entre su relación personal con Dios.
La templanza también implica no dejarse amedrentar por el miedo o la desmotivación. La templanza es la capacidad de permanecer firme con una actitud correcta delante de los ojos de Dios.
Jesús dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? " (Mateo 16:24-26)
La templanza implica dejar de lado todo lo que uno es y dejar que Cristo viva en cambio.
martes, 5 de junio de 2012
8. LA MANSEDUMBRE
La mansedumbre hace referencia a la virtud de ser humilde y sencillo de corazón. Es todo lo contrario a la arrogancia y el egoísmo, es hacerse pequeño para ser grande, es hacerse servidor para ser importante.
Jesús expresa en Mateo 20:25-28 que hay un cambio de mentalidad en el Cristiano. Mientras que en el mundo las personas buscan puestos de honor para ser reconocidos y alabados por los hombre, el cristiano debe buscar ser el servidor, porque el servicio, en Cristo, representa la grandeza del hombre.
La mansedumbre implica la renuncia total del ego y la búsqueda de un servicio integral y verdadero. La mansedumbre implica la virtud de buscar servir en lugar de ser servido.
Una hermosa demostración de servicio y mansedumbre la da el mismo Jesús cuando lavó los pies de sus discípulos (Juan 10:1-20)
Jesús expresó también: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga." (Mateo 11:28-30) El acto de dejar la vida propia y todas las cargas cambiándolas por el servicio completo a Dios y a su obra es el acto genuino de mansedumbre.
La mansedumbre da como resultado el descanso.
Jesús expresa en Mateo 20:25-28 que hay un cambio de mentalidad en el Cristiano. Mientras que en el mundo las personas buscan puestos de honor para ser reconocidos y alabados por los hombre, el cristiano debe buscar ser el servidor, porque el servicio, en Cristo, representa la grandeza del hombre.
La mansedumbre implica la renuncia total del ego y la búsqueda de un servicio integral y verdadero. La mansedumbre implica la virtud de buscar servir en lugar de ser servido.
Una hermosa demostración de servicio y mansedumbre la da el mismo Jesús cuando lavó los pies de sus discípulos (Juan 10:1-20)
Jesús expresó también: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga." (Mateo 11:28-30) El acto de dejar la vida propia y todas las cargas cambiándolas por el servicio completo a Dios y a su obra es el acto genuino de mansedumbre.
La mansedumbre da como resultado el descanso.
7. LA FE
La fe significa la plena seguridad que se tiene en algo pese a que no se vea en el momento presente. Implica fidelidad y firmeza en lo que se cree sin importar los vientos adversos.
Pablo define la fe como "La certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. (Hebreos 11:1)
Jesús narra en la parábola de los dos cimientos (Mateo 7:24-29) la diferencia entre una persona que vive una vida de fe y una persona que no lo hace. La persona que cree de verdad, OBEDECERÁ las palabras de Jesús y se mantendrá firme en su fe sin importar lo que venga en su contra.
La fe está íntimamente relacionada con la obediencia. Es necesario ratificar la fe que se tiene con obras. De nada vale decir que se cree en algo y no obedecer lo que Dios dice para alcanzarlo. La fe sin obras es muerta (Santiago 2:17-20)
Abraham es un gran ejemplo de fe. Él no solo decía que creía sino que obedecía la voz de Dios que lo guiaba a salir de su tierra, a entregar a su hijo en sacrificio, a ir en busca de algo que no conocía solo porque Dios se lo decía. Esa fe con obras fue la que le fue contada por justicia y así su fe llegó a la perfección.
Dios dice que: "He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá." (Habacuc 2:4) Además Pablo afirma, inspirado por Dios: "Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá." (Romanos 1:17)
Pablo define la fe como "La certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. (Hebreos 11:1)
Jesús narra en la parábola de los dos cimientos (Mateo 7:24-29) la diferencia entre una persona que vive una vida de fe y una persona que no lo hace. La persona que cree de verdad, OBEDECERÁ las palabras de Jesús y se mantendrá firme en su fe sin importar lo que venga en su contra.
La fe está íntimamente relacionada con la obediencia. Es necesario ratificar la fe que se tiene con obras. De nada vale decir que se cree en algo y no obedecer lo que Dios dice para alcanzarlo. La fe sin obras es muerta (Santiago 2:17-20)
Abraham es un gran ejemplo de fe. Él no solo decía que creía sino que obedecía la voz de Dios que lo guiaba a salir de su tierra, a entregar a su hijo en sacrificio, a ir en busca de algo que no conocía solo porque Dios se lo decía. Esa fe con obras fue la que le fue contada por justicia y así su fe llegó a la perfección.
Dios dice que: "He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá." (Habacuc 2:4) Además Pablo afirma, inspirado por Dios: "Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá." (Romanos 1:17)
6. LA BONDAD
La bondad es la tendencia a hacer el bien. Cuando somos bautizados por el Espíritu Santo y nacemos de nuevo la tendencia natural al mal culmina y es reemplazada por una nueva naturaleza que tiende a hacer el bien, lo correcto, lo justo, lo santo, lo perfecto.
Pablo expresa que continuamente hay una lucha en el interior del cristiano (1 Corintios 9:26-27) una lucha entre la naturaleza del Espíritu Santo y la naturaleza antigua que busca resurgir.
En 2 Corintios 5:17, Pablo expresa que todo aquél que está en Cristo se constituye en una nueva criatura, cualquier cosa que haya en su pasado está olvidada y todo es RENOVADO. El Espíritu Santo tiene la maravillosa facultad de volver a hacer nuevas todas las cosas y construir en el creyente una, completamente, NUEVA naturaleza.
La bondad es, entonces, la consecuencia de una Nueva Naturaleza que el Espíritu Santo crea en aquellos que deciden rendir su vida a Cristo.
Pablo expresa que continuamente hay una lucha en el interior del cristiano (1 Corintios 9:26-27) una lucha entre la naturaleza del Espíritu Santo y la naturaleza antigua que busca resurgir.
En 2 Corintios 5:17, Pablo expresa que todo aquél que está en Cristo se constituye en una nueva criatura, cualquier cosa que haya en su pasado está olvidada y todo es RENOVADO. El Espíritu Santo tiene la maravillosa facultad de volver a hacer nuevas todas las cosas y construir en el creyente una, completamente, NUEVA naturaleza.
La bondad es, entonces, la consecuencia de una Nueva Naturaleza que el Espíritu Santo crea en aquellos que deciden rendir su vida a Cristo.
5. LA BENIGNIDAD
La benignidad es la amabilidad, generosidad, cordialidad, buen trato, hospitalidad que nace de una persona que ha nacido del Espíritu Santo.
En Gálatas 6:10 Pablo expresa que: "Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe."
La benignidad es un valor fundamental para el cristiano pues representa la necesidad de pensar en el bienestar del otro, de tratar a los demás como nos gustaría ser tratados, de ser respetuosos y generosos buscando no solo la felicidad propia sino la del otro, especialmente, la de nuestra familia de la fe.
Jesús mismo expresa en el pasaje del buen samaritano (Lucas 10:25-37) un ejemplo perfecto de benignidad. La benignidad es la misericordia que tenemos cuando vemos las necesidades ajenos y nos disponemos a presentar nuestra ayuda sincera para solucionarlas.
La benignidad no implica ayudar al otro esperando algo a cambio o para recibir un favor de Dios, sino por el simple acto de amor de ayudar a alguien que lo necesita.
En Gálatas 6:10 Pablo expresa que: "Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe."
La benignidad es un valor fundamental para el cristiano pues representa la necesidad de pensar en el bienestar del otro, de tratar a los demás como nos gustaría ser tratados, de ser respetuosos y generosos buscando no solo la felicidad propia sino la del otro, especialmente, la de nuestra familia de la fe.
Jesús mismo expresa en el pasaje del buen samaritano (Lucas 10:25-37) un ejemplo perfecto de benignidad. La benignidad es la misericordia que tenemos cuando vemos las necesidades ajenos y nos disponemos a presentar nuestra ayuda sincera para solucionarlas.
La benignidad no implica ayudar al otro esperando algo a cambio o para recibir un favor de Dios, sino por el simple acto de amor de ayudar a alguien que lo necesita.
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